La zona «nariz garganta oídos» es el blanco preferido de numerosos virus y bacterias. Los trastornos ORL derivados en niños y bebés son una de las primeras causas de consulta del pediatra. La higiene auricular se aprende desde la edad más temprana, al igual que la higiene nasal o bucal.
El canal auditivo del niño es más estrecho que el de un adulto, no alcanzará su tamaño definitivo antes de los 7 años. Por eso las impurezas se acumulan más rápido en los oídos de los niños y pueden provocar la formación de un tapón de cerumen. Cuanto más estrecho es el conducto, mayor es el riesgo: es por ello que el riesgo de otitis externa es muy importante en los bebés, sobre todo, en los que nadan.
El cerumen de los bebés y de los niños es húmedo. El cerumen de un adulto, por su parte, es más denso, más seco, Una mala utilización del hisopo de algodón, puede provocar en un adulto la compactación del cerumen en el fondo del oído.